TERESA Y WINÉTT
Por Alejandro Lavquén
Anuarí, de Teresa Wilms Montt, y Fotografía en oscuro,
de Winétt de Rokha, son dos títulos, de autoras chilenas, que ha
incluido en su catálogo Ediciones Torremozas de España. Un merecido
reconocimiento para dos autoras, de escasa difusión en Chile, y cuyos
libros son hoy prácticamente inencontrables.
Anuarí
es un libro que fue publicado en España, por Teresa Wilms Montt, en
1918, con un prólogo de Ramón del Valle-Inclán, cuya primera edición es
una especie de fantasma, incluso muchos aseguran –o aseguraban- que el
libro jamás existió. Razón por la cual esta edición, a cargo de Luzmaría
Jiménez Faro, hace justicia con una obra que merecía ser rescatada del
olvido. Sobre todo considerando que la poesía de Teresa Wilms Montt es
desconocida, en su propio país, más allá de ciertos círculos literarios.
El poemario es una evocación de Horacio Ramos Mejía, un joven de
diecinueve años que se suicidó en presencia de la poeta durante su
estadía en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. El libro fue publicado
dos años antes de la muerte de Teresa Wilms, ocurrida en París en 1921, y
en él se puede percibir una evolución en cuanto al estilo en relación a
sus Diarios y demás libros, pero sin perder la esencia dramática
y, en muchos aspectos, iconoclasta, de sus conceptos y azarosa vida; lo
mismo se podría decir, de alguna manera, sobre el lenguaje que utiliza.
Dice en uno de los poemas: “Epiléptica de calentura la luna se dio a
los balcones./ Y el cadáver de mi risa es una esmeralda blanda que/ al
deshacerse vuelve en la superficie argollas y cruces/ brillantes”.
Fotografía en oscuro,
de Winétt de Rokha, es una breve antología, pero con una acertada
selección de poemas, acompañados de un eficaz prólogo de María Inés
Zaldívar. Winétt, en el grueso de su obra, es una poeta fundamentalmente
social, pero sin dejar de lado cierto tono lírico y temas relacionados,
por ejemplo, con la maternidad y la mujer desde su subjetividad de
género. También toca el tema étnico y citadino. Los textos de Winétt
recorren la vida desde su experiencia y compromiso: “Prolongo mares
de árboles/ besando el camino sin término./ Entrego a la vida mi sombra/
de calle tranquila;/ -balcón en la ciudad de los arabescos
inusitados-./ Amo la línea que se escucha,/ como el color inicial de la
aurora, traduciéndose/ en la palabra del hombre/ o en la palabra roja
del trueno./ Majadería de niño, que lanza su honda al espacio,/ camina
mi balbuceo discontinuo/ creciendo del mar y del sol su mariposa”.
La obra de Winétt de Rokha no es menor con respecto a otras poetas del
continente, reconocidas mundialmente. El problema es que ha recibido, de
parte de la crítica canónica, que es la que impera en los medios
culturales y de comunicación masivos, un permanente silencio. Algo
similar a lo que ocurrió con su esposo, el poeta Pablo de Rokha.
El
hecho de que una editorial extranjera haya publicado –o rescatado- a
dos poetas chilenas, prácticamente desconocidas en su propio patria,
salvo dentro de la comunidad literaria, es un gesto que se debe
agradecer en todo lo que ello significa.
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